Copyright 2007
A la memoria
de L. Ron Hubbard Jr.:
maltratado de chico
y desheredado de grande
por un sujeto adorado
por decenas de miles de idiotas
“La gente no quiere pensar. Quieren entregar el mando de sus vidas para que otros tomen las decisiones por ellos.”
—Sara Northrup Hubbard
Hola Germán:
El domingo nos vimos después de un año que no te veía.
Quizá no respondiste mis correos electrónicos a París porque te reproché, de golpe y porrazo, mucho en una sola misiva. Así que en esta carta me dosificaré y no hablaré de tanta cosa. Primero quisiera comentarte algunas experiencias positivas que he tenido con la gente de la Dianética.
Los cienciólogos de Monterrey me invitaron el mes pasado, avión, hotel y viáticos pagados, para que diera una conferencia denunciando a la siquiatría. Aparecí varias veces en un periódico local y una vez en televisión. Además, hace dos meses di una conferencia en el edificio de Cienciología de avenida Cuauhtémoc en la Ciudad de México: mi primera conferencia en la vida. Hablé contra la siquiatría. La conferencia, que impartí yo solo, duró unas dos horas y me dieron un estruendoso aplauso que aún ahora me sabe a una grata experiencia. Ayer mismo fui con unos cienciólogos a la Cámara de Diputados. Están promoviendo una iniciativa de ley para tratar de impedir que controlen a los niños con drogas siquiátricas en la escuela.
Esto fue lo positivo de mis experiencias en Dianética / Cienciología. Por otra parte, en tu ausencia estuve leyendo el libro que tienes, La ciencia de la supervivencia de Ron Hubbard. Hablando de aquello que él llama “la escala de tono 1.1” en la página 118, un estadio mental supuestamente muy bajo, Hubbard dice: “Este es el nivel del pervertido, del homosexual, del chaquetero. Este es el nivel del subversivo”.
Como sabes, Hubbard tuvo siete hijos con tres distintas esposas: Polly Grubb, Sara Northrup y Mary Sue. Lo único que quiero comentar sobre lo que te escribí a París fue mi última línea de mi correo electrónico: ¿Sabías que mucha gente dice que Quentin Hubbard se suicidó porque su padre lo repudió por gay? (“Este es el nivel del homosexual…” decía la escala de tono de su papá). En la siguiente página de tu libro Hubbard dice:
A estas personas se las debe sacar de la sociedad tan rápido como sea posible e internarlos a todas en un hospital para enfermos mentales.
Así que los cienciólogos odian a la siquiatría y pagan mis pasajes y hoteles cuando el fundador de su iglesia aconsejaba internar a algunos “en un hospital para enfermos mentales” según sus propias palabras.
En tu libro Hubbard no sólo se hecha contra los gays, sino contra las mujeres que (digamos porque las violaron) quieren abortar. En el capítulo 18 Hubbard dice: “En 1.1 una madre intentará abortar”. En La ciencia de la supervivencia Hubbard coquetea fantaseando con el genocidio de estas personas. Por ejemplo, en las páginas 205-6 habla de “deshacerse de ellas con calma y sin pesar”, a lo que añade, “eliminar repentina y bruscamente”, y que “sólo es necesario eliminar a los individuos que están de 2.0 hacia abajo”. Hubbard puso esta ilustración:
Un dictador venezolano decidió una vez acabar con la lepra. Se dio cuenta de que la mayor parte de los leprosos de su país también eran mendigos. Con el simple recurso de reunir y destruir a todos los mendigos de Venezuela, se puso fin a la lepra de ese país.
No perdamos de vista que el blanco de Hubbard no eran los leprosos sino los “supresivos”, en que incluye a los gays (como su hijo Quentin), mujeres que abortan e infinidad de otras personas. Pero Hubbard no termina ahí. En muchos pasajes de tu libro de texto aparecen declaraciones similares. Por ejemplo, en la página 212 habla de otro de sus bajos “tonos”, los que “practican el amor libre” (a pesar de que él tuvo relaciones extramatrimoniales). Y dice cosas aun peores. Sobre los casos de gente perturbada mentalmente Hubbard aconseja “no sientas compasión por él” (página 218).
Quizá creas que éstos son pecadillos ocasionales de Hubbard pero que el corpus general de su edificio es básicamente bueno. Hablemos un poco del negocio en esta religión. Cienciología es la iglesia que más dinero les saca a sus fieles. Para alcanzar el grado de lo que en la secta se denomina “claro” o “aclarado” el estudiante ha debido haber desembolsado unos $50,000 dólares: lo que cuesta un departamento decoroso en la ciudad en que nacimos. Y para llegar al nivel de OT 9 (“tetán operativo” noveno nivel) el estudiante ya debió pagar $380,000 dólares, lo que cuesta una buena casa en Estados Unidos. Obviamente, sólo los cienciólogos ricos pueden llegar a ese nivel. Pero incluso en los niveles para gente de clase media se les hace comprar libro tras libro; cinta tras cinta, durante los interminables cursos.
Quizá creas que el gasto para llegar a los niveles avanzados no es importante. Debo entrar pues en materia sobre la llamada “tech” (abreviación de teachings, las enseñanzas de Hubbard), especialmente el área que conozco mejor: la salud mental.
He leído tres voluminosos libros sobre Hubbard y la Iglesia de Cienciología. Dos fueron escritos por cienciólogos que rompieron con esa iglesia, Bent Corydon y Jon Atack; otro por un biógrafo inglés, Russell Miller. Ron Hubbard Jr., el hijo primogénito de Hubbard, colaboró estrechamente con Corydon para escribir su libro. Esta colección provee una imagen muy clara y consistente sobre el fundador de Dianética y Cienciología. De las cosas que más me impresionaron al leerlos llamo tu atención a lo siguiente:
* Hubbard creía ser el resultado de un aborto fallido en 1911: la clave para entender el odio hacia su madre, quien lo maltrataba, y el aborto en general.
* Polly Grubb fue la primera esposa de Hubbard. Ron Hubbard Jr. describió a su padre como un golpeador de Polly, y dice que le daba a él y a su hermana chicles untados con una droga, fenobarbital. En palabras del primogénito de Hubbard:
Mi padre solía pegarle a menudo a mamá. Recuerdo en 1946 o 1947 cuando le estaba pegando una noche y yo tenía un rifle de calibre 22 y me senté en las escaleras teniéndolo en la mira y casi le vuelo la cabeza.
* En un arrebato de ira poco después de la Navidad de 1950, cuando nacía su Dianética, Hubbard trató de estrangular a Sara Northrup, su segunda esposa; y debido a los golpes le rompió la trompa de Eustaquio, quedando mermada su capacidad auditiva.
* En 1951 Hubbard quiso internar a Sara en un manicomio. Durante el conflicto Hubbard le arrebató a su hija Alexis para fugarse con ésta a Cuba. Tuvo que regresar a Estados Unidos cuando la prensa hizo un escándalo con la historia. Posteriormente desheredaría a su hija.
* Una de las amantes de Hubbard dijo: “Hablaba mucho de su niñez. No me quedé con la impresión de que fue una niñez feliz. Había mucha amargura ahí sobre sus padres”.
* Mary Sue fue la tercera esposa de Hubbard. Además de Quentin, Hubbard humilló a sus demás hijos de su tercer matrimonio. Por ejemplo, en su barco Hubbard tenía a un grupo de ninfetas llamadas mensajeras. En una ocasión le ordenó a una de estas niñas que le escupiera a Diana en la cara, la hija de Hubbard y Mary.
* En 1978 Mary Sue fue sentenciada y cumplió una condena en la cárcel debido a que la Guardian Office de la Iglesia de Cienciología, que presidía Mary y Hubbard, infiltró unas oficinas del gobierno.
* Hubbard murió en enero de 1986 en su rancho cerca de Creston, California; tiempos en que yo vivía en ese estado. Un examen de sangre del cadáver reveló que le habían inyectado Vistaril (antihistamínico con efecto sedativo usado como droga en casos de pacientes histéricos). Eso lo reporta Robert Young, un ex oficial de la iglesia. Al cadáver de Hubbard se le veía incluso el piquete de la inyección en las nalgas.
¿Te han revelado estas cosas tus maestros de Dianética y Cienciología? Si no lo han hecho te están tomando el pelo ($$). Los incisos de arriba son tan ciertos que un cienciólogo creyente a carta cabal en su religión me confirmó que conocía los hechos del encarcelamiento de Mary Sue, y que Ron Hubbard Jr. decía que su papá apaleaba a su mamá.
Todo esto es sólo la cresta del iceberg en la vida de Hubbard. Hay mil anécdotas más en los libros que leí; pero a lo que quiero llegar es a lo siguiente:
Si L. Ron Hubbard no alcanzó un mínimo de salud mental, su técnica es falsa.
Así de simple.
Como te dije en otra ocasión, no existe un álgebra de la mente. Y aun suponiendo que existiera, Hubbard no llegó a la letra A de esa álgebra. De manera similar a otros creadores de imperios religiosos gringos —Joseph Smith (mormones), Eleen White (adventistas del séptimo día) y Mary Baker Eddy (científicos cristianos)—, Hubbard creó un edificio religioso para cegarse de lo que le habían hecho sus padres de chico. Su tech, supuesta álgebra de la mente es lo diametralmente opuesto a lo que hago: escribir libros autobiográficos sobre mi dolor, lo único que reconcilia a uno con el pasado. En su vasta obra no hay una sola línea en que Hubbard hable sobre el dolor de su infancia que conocían tan bien las mujeres con quienes se confesaba: Barbara Kaye por ejemplo. Precisamente debido a que no sabía nada de su mente, Hubbard repitió patrones de conducta abusiva no sólo en sus tres matrimonios, sino hacia sus fieles (en uno de mis correos electrónicos te decía que mandó encerrar a unos niños en los calabozos de su barco), y murió en estado de virtual demencia.
Si te escribo estas cosas no es para ofenderte, Germán. Más bien, me duele en lo más hondo el hecho que, teniendo un hermano que ha dedicado los últimos años de su vida a estudiar la mente científicamente, te hayas dejado seducir por la “tech” de un charlatán psicópata.
Ojalá que, a diferencia de mi correos electrónicos no respondidos, quieras entrar en comunicación conmigo sobre lo que aquí digo.
César.
LA SECTA
A LA QUE MI HERMANO CAYÓ
“La única manera en que puedes controlar a la gente es mentirles”. – L. Ron Hubbard
Originalmente tenía planeado continuar en estas fechas con una autobiografía en varios tomos que estoy escribiendo. Un dolor personal me movió posponer su escritura: que mi hermano no respondiera mis cartas y que en octubre de 2005, un año después de que recibiera de manos de nuestra madre la carta publicada en las páginas pasadas, me enterara que seguía tomando cursos de dianética. Me sentí en extremo ofuscado porque mis más caras razones fueron simplemente ignoradas. Así que decidí escribir este libro a fin de lograr una cura de mi alma. En mi carta le dije a Germán que Hubbard creó su religión para cegarse de lo que le hicieron de chico. Muy independientemente de la cura que este pequeño libro representa, aquí mostraré cómo, quienes reprimen el dolor de su niñez, ocasionalmente se refugian en la religión o en la megalomanía. Después de enviarle la misiva a Germán apostillé mis argumentos en una posdata:
Se me olvidó decirte en la carta que te dejé ayer que las biografías de la iglesia sobre Hubbard están llenas de mentiras piadosas. A diferencia de esas hagiografías, en la vida real:
1. Es ridículo creerle a Hubbard que a sus tres y medio años ya domaba caballos broncos.
2. Igualmente fantasiosa es otra historia que cuenta: que a sus cuatro años fue un “hermano de sangre” de los indios pies negros.
3. No está comprobado, como lo dicen algunas biografías de la iglesia, que a los doce años Hubbard era el Eagle Scout más joven en Estados Unidos.
4. Tampoco es cierto que en 1924 fue amigo de Cal Coolidge Jr., el hijo del presidente de Estados Unidos.
5. Ni es verdad que haya estudiado con gurús de China, India y el Tíbet de 1925 a 1929.
6. Aunque perteneció a un club de exploradores y viajó, en los años treinta Hubbard no fue un explorador de verdad ni un físico nuclear como alega cierta literatura de la iglesia.
7. Hubbard no participó en combates de la Segunda Guerra Mundial ni fue herido ni ganó medallas de valentía: una de sus mayores mentiras.
8. Dado que no sufrió heridas en combates, la afirmación que su técnica lo curó de tales heridas es una mentira sobre otra (verdaderos achaques como su úlcera y su pobre vista lo acompañaron de por vida por más “tech” que Hubbard desarrollara).
9. Dianética no es original de Hubbard: es una mezcla entre freudismo, las enseñanzas de Nandor Fodor y su estrecho contacto con un discípulo de Aleister Crowley en 1946-1947.
10. Tanto la palabra “Cienciología” como su definición ya existían antes de que Hubbard se apropiara de esos términos.
Mi hermano tampoco contestó esta misiva. Debido a su perene silencio ante mi correspondencia, rompimos contacto.